Adorna su
curriculum con una tesis doctoral plagiada y un libro que le escribió una
tránsfuga a la que ha recompensado generosamente con dinero público. Llega a la
presidencia del Gobierno mediante pactos y alianzas que un demócrata, y menos
un buen socialista, nunca habría suscrito.
Una vez allí
es magnánimo con amigos de bachiller y juventud: crea puestos de trabajo para
ellos magníficamente retribuidos, los lleva a un concierto en el avión oficial
y los invita a pasar las vacaciones en una residencia estatal.
Promete que
nunca pactará con un partido y cuando ve que necesita su apoyo lo hace socio de
gobierno.
Y un
personaje con esas hechuras es defendido con ardor en las Casas del Pueblo, en
las Agrupaciones socialistas que tan dignas eran hasta que él llegó. El partido
apenas existe, está diluido en la estructura del poder y envuelto en una
nómina.
No sé cual
es en la escala nobiliaria el título inferior al de barón, pero ese es el que
hay que concederles a los mal llamados barones del PSOE, especialmente a los de
Extremadura y Castilla la Mancha.
Son
herederos de dos grandes líderes territoriales y seguro que comparten con ellos
la convicción de que Pedro Sánchez es un militante pernicioso que no merece
dirigir el partido ni ser presidente del país. Su política de pactos al
servicio exclusivo de su ambición les parece fatal, impropia de un socialista y
aún de un demócrata.
Pero la
situación es tan grave que requiere algo más que lamentos ante los medios de
comunicación. Esto sólo les sirve para aquietar su mala conciencia. Hay que
movilizar el Comité Federal y pedir un pronunciamiento claro ante la canallada
que Sánchez está haciendo con el PSOE. Sólo los militantes pueden frenarlo.
El
comportamiento del PSOE es estos últimos tiempos es tan errático y vergonzante
que pocas cosas pueden sorprender. Pero no habíamos tocado techo y aquí está
Ábalos, secretario de organización y hombre fuerte del partido para
demostrarlo.
En la
batalla por los Presupuestos (auténtica clave de bóveda de todo el entramado)
pactan gustosos con Bildu, compran sus votos a cambio de acercar a sus asesinos
al País Vasco y apoyarlos en Euskadi y Navarra.
Además,
Ábalos dice que “Bildu ha tenido más sentido de la responsabilidad que el PP”,
ensalza a esos que viene a Madrid “para cargarse el Sistema”, quienes
festejaban las muertes de socialistas y/o populares.
Este
secretario no tuvo bastante con el papelón que desempeñó en el intrigante paso
por Barajas de la vicepresidenta venezolana.
Es triste
pensar que todo el partido está sometido a la vesania de Pedro Sánchez.
El mejor
indicador de nuestro fracaso como sociedad en un sistema democrático es la
imposibilidad de llegar al pacto educativo, donde más fácil debería resultar
porque se trata de decidir como dibujamos el futuro de nuestros hijos.
Tras muchas
leyes fracasadas le toca el turno a una de la peores, bautizada con el nombre
de una ministra que, en principio, parece algo ajeno a un partido socialista,
pero se deja manipular por todos.
Que los suspensos
no provoquen repetición de curso; un ataque frontal a la educación concertada y
cuestionar el papel de los padres son concesiones al pseudo progresismo de
Podemos. Degradar aún más la lengua española en Cataluña es una imposición del
independentismo que siempre actúa con el chantaje que le permiten sus escaños.
Esta ley
durará lo que dure este extraño gobierno, ni un día más.
Cada día es
más necesario ese espacio desde el que podrían abordarse los grandes temas y
solucionarse; una posición política de centro o, dicho de otro modo, que
excluya las posiciones extremas que aquí y ahora se llaman VOX y Podemos.
Serían fuerzas constitucionalistas predispuestas al acuerdo en aras del bien
común.
Estamos
lejos de ello. Unos buscan el sorpasso y casi se quedan sin uñas, otros andan
enfrascados con Franco, a favor y en contra, los hay que atacan al jefe del
Estado y quieren romper aquel espíritu de la Transición, no faltan los que
hacen su guerra particular a costa de romper la unidad nacional. Y, claro, así
no hay manera de entenderse ni de funcionar con un mínimo de cordura.
Y como
cimiento de este mal edificio, haciéndolo posible por acción u omisión, un
arrogante sin principios que sólo ambiciona el poder.
Es algo que
no debe perderse nunca en política. Quien decide libremente representar a los
ciudadanos de ser siempre merecedor de respeto.
Parece que
Cs va dilapidando el que le quedaba. No tienen fácil encontrar su espacio
propio, están escarmentados de la foto de Colón con PP y VOX que tan cara les
ha hecho pagar Iván Redondo. Pero hacer un movimiento pendular, entregarse a
Sánchez y quedar atrapados en una red con Podemos, ERC y Bildu tampoco parece
que sea la solución; soportar al muñeco diabólico insultándolos y riéndose de
ellos no debe ser plato de buen gusto para militantes y votantes.
Cs por sí
solos no tendrán nunca un tamaño relevante, habrán de acercarse al PP o al
PSOE. Tal vez ahora tienen fácil un acuerdo con Casado que le ayude a
consolidar una posición de centro y en la que se integren con aportaciones
sustanciosas.
Tras el
desalojo de Rajoy hubo que crear varios ministerios perfectamente innecesarios
para que Sánchez pudiera, por fin, gobernar. Han servido para afianzar la idea
de que Podemos es un bluf porque exceptuando a la ministra de Trabajo, los
otros cuatro sólo funcionan para colocaciones y propaganda.
Destaca
entre ellos el de Igualdad, creado para mantener entretenida a la pareja del
macho moñudo. Allí acampa rodeada de mujeres nombradas a dedo, con 14 asesoras
con un sueldo medio de 70.000 euros. Se reúnen mucho, hacen celebraciones y
alumbran grandes ideas como que “el color rosa oprime a las niñas, hay que
suprimirlo”, “la imagen de una niña sentada en los anuncios refuerza la
desigualdad y el machismo”, pagan 200.000 euros por cambiar el color de la letra
en una campaña, etc. Al Consejo de Ministros no lleva propuestas serias. Su
modo de hacer la revolución transformadora no parece muy marxista.
El resultado
de las presidenciales norteamericanas hay que festejarlo. Es bueno que la
primera potencia mundial deje de estar gobernada por un alocado megalómano y
pase a estarlo por una persona sensata, con la prudencia que dan la experiencia
y la veteranía.
Pero Trump
ha dividido a la sociedad, ha obtenido unos resultados mejores de lo previsto
consiguiendo que su mensaje nacional-populista cale en esa América cerril,
iletrada, primaria. No puede renunciar a convertirse en un espectáculo, es
consustancial en él y ahora anda retorcido en la amargura de la derrota y
amenazando con la vuelta, otra de sus bravuconadas. Seguirá incordiando,
amenazando; habrá que ver el eco que encuentra en sus votantes y hasta dónde
alteran la convivencia.
La gran
tarea inicial de Biden es lograr la paz social, que se imponga la cordura y se
vaya borrando la huella trumpiana hasta convertirse en un mal sueño.
Tenemos que
dar ese suspiro de alivio ante el resultado de las elecciones norteamericanas.
Gana Biden pero con menos holgura de lo que vaticinaban las encuestas y de lo
que parecía más lógico habida cuenta de quién era su adversario.
Trump, que
entre otras cosas es un marrullero, rechaza el resultado, acude a los tribunales
pensando que lo pueden beneficiar, nunca aceptará que es de los pocos presidentes
que no cubren dos legislaturas.
Lo deseable
es que pronto pueda Biden sentarse en el despacho oval y devolver su color a la
Casa Blanca que más bien parecía gris. Es tanto el trabajo que le espera y en
tantos frentes que aquí no hay espacio para nombrarlos.
En casi
todos los países del mundo se celebra la victoria demócrata y se espera un
ambiente más relajado con Joe Biden
quien al fin ve coronada su carrera política.
Hay líderes
autoritarios que parecen atender sólo a sus impulsos e intereses personales,
son poco respetuosos con las normas establecidas.
En principio
eso sería propio de una dictadura, pero lo grave es que ocurre en sistemas
democráticos y parece un fenómeno creciente.
Un ejemplo
paradigmático es Trump permitiéndose conductas que ningún presidente había
tenido antes. Ante una posible derrota electoral adelanta que se negará a
aceptar los resultados denunciado imaginarios fraudes; eso llevaría a una
situación insólita en la primera potencia mundial.
Su discípulo
británico no le va a la zaga. Johnson amenaza con un Brexit sin acuerdo si la
UE no acepta todas sus condiciones. Sería perjudicial para Gran Bretaña y para
Europa.
Capítulo
aparte son esos líderes bautizados como de izquierdas que gobiernan en algunos
países latinoamericanos, algunos de los cuales son pagadores del tumor podemita
que nos ha crecido en España.
Fernando
Martínez Serrano 19-10-20
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