CON ACRITUD

 

Felipe González hizo famosa la expresión “sin acritud” para diferenciar entre su tono personal y sus ideas a la hora de debatir.

Han pasado bastantes años, el PSOE pierde progresivamente apoyo electoral y tenemos a un Pedro Sánchez instalado en la acritud, el más crispado de los líderes, con la mandíbula encajada y el ceño fruncido que reflejan su estado de terquedad, su rechazo sistemático a casi todo y su negativa a interpretar los resultados de las segundas elecciones y actuar de un modo razonable.

Un dirigente político no puede encastillarse en su talante y su actitud para argumentar a partir de ahí, con todo un lote de falacias incluido.

Desde luego, él no es Felipe y este PSOE no es aquel. Todavía empeorará.

 

 

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