Este partido sigue una trayectoria singular y un poco paradójica. En tres años ha perdido 143 cargos públicos por decepciones, luchas internas, deseos no satisfechos; lo propio de un partido de aluvión que se formó tras unos buenos resultados electorales.
Pero mientras se debilita la estructura se fortalece la dirección, su líder genera pocos rechazos y las encuestas reflejan unos apoyos crecientes.
Se está beneficiando del desgaste del PP por la corrupción y cabe suponer que también lo hará por el absurdo giro de este PSOE que al populismo de su secretario añade el fundamentalismo de su presidenta.
Rivera estará contento: se le “ajusta” el partido y crecen sus expectativas. Ya hay quien lo compara con Macron, el político de moda en Europa.