Encaja perfectamente en el esquema de la España actual y futura. Desde su función constitucional parece sobradamente capaz de responder a los problemas de nuestro país. La ventaja de una Monarquía es que su carácter estable le permite actuar como factor de moderación y arbitraje entre diversas ideologías e instituciones.
El reto de Felipe VI es propiciar-con los partidos mayoritarios-una próxima legislatura constituyente: en 2016 se sientan las bases de las necesarias e ineludibles reformas, en 2017 se somete a referéndum la nueva constitución y, si el pueblo español la aprueba, su legitimidad sería absoluta en la nueva España, nadie podría cuestionarlo.