Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio de Violencia doméstica, quiere acabar con esa costumbre tan carpetovetónica de piropear a las mujeres. Ojalá lo consiga aunque estamos ante un tema que va más allá de las consideraciones legales.
Mucha gente lo justifica o se muestra comprensiva con este comportamiento. A mí me parece, como mínimo, una impertinencia, la invasión de una intimidad que no nos pertenece. No deja de ser el reflejo de una mentalidad machista arraigada en nosotros, un elemento significativo de nuestro acervo cultural.
Seguro que en Alemania o Noruega se piropea menos que en Egipto o la India (que cada cual saque sus conclusiones).