En el partido socialista se producen abandonos-voluntarios o forzados- que no contribuyen precisamente a fortalecerlo. Cualquier colectivo se debilita cuando salen de él algunos de sus miembros más significados y no son sustituidos por otros mejores que ellos.
El asturiano Trevin y el vasco Madina han dejado sus escaños en el Congreso hartos del desdén al que estaban sometidos. Alfonso Guerra es apartado de la presidencia de una tradicional fundación socialista y, resignado, calla. Muchos aguantan porque tienen que hacer de la necesidad virtud.
Los lacayos de este nuevo PSOE de Pedro Sánchez responden con sorna y satisfacción (el alcalde de Valladolid apunta maneras, llegará lejos).
Pese a todo parecen mejorar las expectativas electorales. Ojalá se confirme cuando llegue el momento.