Con esa palabra se referían los italianos a la finura que decían tener para componer gobiernos de coalición, lograr acuerdos difíciles.
Pero con el tiempo todo se degrada (allí y aquí).
La última tragicomedia italiana la escriben dos partidos antagónicos- una extrema derecha y un izquierdismo populista facilón- que forman una alianza contra natura, sacan de la chistera un conejo presidencial dado a falsear currículos y pretenden nombrar ministro de Economía a un euroescéptico.
Por suerte, el presidente de la República puede vetarlo y así lo hace, dando paso a un débil gobierno de transición y nuevas elecciones.
Todo eso parece que apunta más a la tosquedad que a la finura. Y ocurre en la tercera potencia europea.
Putin y Trump estarán contentos.