GUERRA Y TORRA

 

Alfonso Guerra siempre ha sido una persona inteligente con un notable dominio de la lengua, acertado, incisivo y mordaz como nadie. Últimamente derrocha sensatez y sabiduría como puede observarse en sus declaraciones y en su reciente libro.

Se ha mostrado crítico con el gobierno de coalición (sirviéndose de frases del propio Sánchez) y ha dicho que no iría a ver a Torra, a menos que fuese antropólogo. El empleo de esa palabra es genial, no se puede decir más con menos; así retrata a este espécimen humanoide que proclama la superioridad étnica de los catalanes y nos define a los españoles como hienas. Se trata de un perturbado cuyo aspecto no lo aleja de la idiocia mental, elegido por otro botarate, prófugo y cobarde, que ciertamente supo elegir. Nadie como Torra para provocar, tensar, ofrecerse como víctima de la sagrada causa catalana. A cambio, pasará el resto de su vida con un magnífico sueldo y otras prebendas.

 

 

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