Para quienes crean en la predestinación ahí va un ejemplo. Un socialista apellidado Iglesias elige el nombre de Pablo para su hijo y, sin saberlo, traza su futuro: izquierdista precoz, alimentado en la teoría académica, campeón de logomaquias, arrogante y mesiánico se considera llamado a grandes tareas en un momento desgraciadamente propicio.
Su capacidad para tomar decisiones serias dependerá de otros y no veo yo a la gente seria de IU dejándose abducir por este fenómeno político-mediático, asambleario y desestructurado. También cabe esperar que las mareas de indignados vayan remitiendo.
El nombre le viene grande, dejemos de deificarlo y que no cunda el pánico.