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El último fracaso ha sido el de las primarias francesas. Pierde el candidato favorito  y gana el que partía con menos posibilidades.

Se suma a varios casos recientes en los que siempre ocurre lo contrario de lo que se predecía.

O la gente miente o hay mucho voto oculto y los sociólogos no saben convertirlo en “estimación de voto”, lo que se llama la cocina.

Los expertos en sondeos deben estar preocupados al ver que no dan con la clave, que siguen cometiendo errores. Si esto sigue así habrá que volver a las técnicas tradicionales: ofrecer sacrificios a los dioses y consultar con la Sibila, que te suelta un vaticinio del tipo: “Vencerás no perderás” y según donde ponga la coma siempre acierta.

 

 

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