Desgraciadamente Puigdemont y Torra siguen dando motivos para que nos ocupemos de ellos.
Analizadas todas sus estupideces y provocaciones, la cuestión de fondo es entender cómo su comportamiento es aceptado por la mitad de los catalanes. Se entiende en la CUP, antisistema y vividores del process; pero siguen siendo muchos los supuestamente normales, los que formaban aquella Cataluña moderna, próspera, culta, del seny… ¿Cómo se pueden sentir representados por esta pareja de botarates majaderos?
Sus expresiones faciales ya apuntan cinismo, mentira y cierta idiocia mental. Se habla de inhabilitarlos judicialmente pero sería más razonable incapacitarlos psicológicamente, diagnosticar sus trastorno mental y emocional.
Lo de Torra es tan pueril que parece el travieso Joaquinito burlándose del gobierno con sus símbolos, y de paso pone en evidencia la talla política del presidente.
Laurel y Hardy eran más divertidos.