Desgraciadamente algunos resultados electorales y ciertas tendencias crecientes han puesto de moda el término “populismo” y sobre su significado se produce uno de esos debates nominalistas, de mucha algarabía y pocos resultados.
Se suele utilizar para descalificar a personas y conductas aunque hay quien lo reivindica como algo positivo que busca el bien común.
La verdad es que el “populus” latino y el “demos” griego significan lo mismo y nadie cuestiona la democracia.
Su versión degradada es la del discurso demagógico, carente de consistencia lógica, más dirigido a los sentimientos que a la razón, diciendo a los ciudadanos lo que se sabe que quieren oír; todo ello con la condenable intención de mover sus voluntades en el sentido que interesa al populista.
Es una mala hierba que brota en tiempos de crisis.