Al andar”, decía el bueno de Don Antonio. Últimamente observamos unos pasos que conforman un camino triste, hecho a base de frustración e impotencia; no es autopista sino sendero y no conduce a entidades supranacionales donde hombres libres vivan en paz y solidaridad sino a la tribu donde se oyen tambores nacionalistas de egoísmo y enfrentamiento.
Se construye con materiales como el yihadismo terrorista que mata indiscriminadamente y la descontrolada inmigración masiva que presiona y crea malestar.
Por él circularán gozosos los líderes populistas como Trump o Le Pen que no necesitarán ambiciosos programas ni elaborados discursos; sus mensajes conmoverán el ánimo encendiendo pasiones y llamando a defenderse de quienes previamente han señalado– generalizando-como enemigos
Nunca lo hubiera imaginado Kant en su “Paz perpetua”.