Otra de las excentricidades del presidente norteamericano es el papel que asigna a su hija Ivanka. La ha convertido en el miembro más estable de su equipo porque los demás le duran poco (ningún presidente ha hecho nunca tantos cambios en tan poco tiempo).
La hija aparece en los foros políticos más importantes, nacionales o internacionales, se codea con presidentes de gobierno y jefes de Estado sin que se sepa bien cuál es su función.
La última gira de papá la ha llevado a la cumbre del G-20 en Japón y a una entrevista histórica con el dictador norcoreano.
No se limita a posar, participa en las conversaciones causando sorpresa en sus interlocutores que ponen cara de circunstancia y aguantan el antojo de su cretino padre y el poco respeto institucional.