Otro ídolo caído. Ganan las elecciones en una Grecia llena de fraude e indignación y se creen moradores del Olimpo.
Este personaje aparece en Bruselas desafiante, megalómano, con la camisa por fuera, calificado como “sexy” por su cabeza de pene. Debía ser el más humilde representante de un país deudor que necesita negociar pero eso no va con su personalidad y exhibe su paranoidismo afirmando que todos lo odian.
Por fin, sus vecinos quieren que se vaya del barrio y los ministros de la UE, hartos de su insolencia, lo rechazan y piden al gobierno griego otro interlocutor.
Los mercados lo celebran: suben los bonos y la bolsa, baja la prima de riesgo.