Ni Ovidio ni Kafka se hubieran atrevido a contarnos el proceso de transformación que ha de experimentar el nuevo presidente de EE UU, ese engendro surgido de la frustración y el descontento.

A ver cuantas baladronadas y amenazas prometidas se dispone a cumplir.

¿Encarcelará a su rival demócrata? ¿Expulsará a millones de inmigrantes? ¿Construirá el muro mexicano? ¿Abandonará la OTAN? ¿Aumentará los aranceles como medida de protección económica? ¿Creará tantos puestos de trabajo? ¿Bajará impuestos a la clase media para mejorar su poder adquisitivo? ¿Qué quedará del Trump mentiroso?

Ha quedado claro el poco atractivo electoral de Hillary Clinton que a pesar de su superioridad intelectual y moral no ha vencido a este fantoche.

Malos tiempos son estos en los que la sinrazón se abre camino y se impone a la cordura.

Es frecuente diagnosticar con la palabra “ virus” cuando no se conoce bien la causa de los síntomas.

Habrá que recurrir a ella en el ámbito político para explicar lo que parece inexplicable. El peor fiasco ha sido la elección de un descerebrado jactancioso como presidente de USA. En Europa también tenemos indicadores alarmantes como fue el pervertido polimorfo Berlusconi o es la representante de la más rancia derecha, Marine Le Pen. En España fuimos pioneros con histriones como Gil o Ruiz-Mateos que, con sus gracietas, robaban a manos llenas.

El auge de nacionalismos y populismos demuestra que nos inquieta la globalización, lo transnacional y buscamos la seguridad en espacios más reducidos y mensajes primarios. Es lo que Popper llamó “la llamada de la tribu”. ¿Existirá un antivirus?

Hay temas que causan un fuerte impacto social y, pese a ello, nadie se atreve a abordarlos en profundidad buscando soluciones.

La lamentable muerte de una niña de 12 años por intoxicación etílica provoca indignación al saber que en su pueblo era frecuente entre menores  la práctica del botellón. Pero no se perseguirá, seguirán comprando fácilmente alcohol y reuniéndose donde quieran.

Pederastas y violadores salen de la cárcel, reinciden, los vuelven a encerrar y al poco tiempo tienen un permiso durante el cual vuelven a violar.

Los bares ruidosos siguen amargando la vida de quienes viven cerca.

Habrá que tener los debates necesarios y fijar posturas de común acuerdo.

Mientras, seguimos sacrificando a nuestros niños y adolescentes en aras del alcohol o los depredadores sexuales.

Una no hace verano pero cuando llegan en grupo casi puedes generalizar. Es el caso de los dirigentes de Podemos, esos hipercríticos con todo lo que se mueve que venían a purificar el ambiente.

El secretario de organización paga una miseria en negro a un asistente que no da de alta. El ideólogo que babea su rencor recibe una cantidad astronómica por un absurdo trabajo para el régimen chavista y no tributa correctamente. El aprendiz estafa a la Universidad cobrando una beca inmerecida e injustificada. La guerrillera de Rivas desvía dinero público ha cia sus familiares. El jefe del gang obtiene subvenciones que no declara, paga poco y mal y reside ilegalmente en una vivienda de su madre.

Como aves migratorias, deberían cambiar de hábitat. Sus votantes tienen la palabra.

Los jefes diplomáticos de EEUU y Rusia han acordado “iniciar un proceso político” para alcanzar  algún acuerdo en Siria. Y lo dicen así, sin pudor, sin vergüenza, después de varios años permitiendo la gigantesca carnicería que se produce allí.

Como es un confuso laberinto donde actúan fuerzas  diversas todos diluyen su responsabilidad.

Lo cierto es que entre Putin y Bachar el Asad están masacrando a los rebeldes y a la población civil. El ejemplo más desgarrador es la ciudad de Alepo en la que se violan todo tipo de normas, de guerra y de paz, caen bombas en hospitales y escuelas o sobre los vehículos de una misión humanitaria de la ONU.

Vivimos en un mundo enloquecido que no tiene un fácil arreglo.

Por tercera vez en su historia reciente el PSOE se ha visto obligado a nombrar una gestora. La preside Javier Fernández que hasta ahora gobernaba en Asturias y era casi un desconocido en el resto de España.

Lógicamente ha pasado a tener una mayor proyección pública y hemos sabido más cosas sobre él. Tiene un acreditado pedigrí democrático; protagoniza el papel más desagradable que le puede corresponder a un socialista en estos momentos angustiosamente críticos y lo hace con dignidad, como el hombre cabal que es, sin aspavientos ni protagonismos fáciles.

Hace pocas declaraciones pero con una de ellas ha resumido perfectamente la coyuntura de su partido. Ha dicho que en política es necesario acostumbrarse a vivir con la decepción y la contrariedad.

Lástima que su papel sea transitorio.

Patria del “seny” reconvertida en jaula de grillos donde se mueven más fuerzas políticas que en ninguna otra Comunidad y cuyas fronteras no resulta fácil establecer.

Una derecha escuálida. El PSC agoniza en la indefinición. ERC a la espera de que la CUP rompa el pacto de gobierno y, tras unas elecciones, superar a CIU para hacer posible el sueño presidencial de Junqueras. Colau busca su propio partido en un espacio situado entre Podemos y ERC con su toque personal.

Tensan el panorama nacional incumpliendo la ley de modo premeditado e insistente y cuando llegan las sentencias condenatorias dicen ser víctimas del Estado opresor, un discurso que cala en mentes simples y predispuestas.

Nadie está por recuperar la sensatez.

Sería curioso contemplar lo que pasa por el cerebro de un abogado defensor cuando decide su estrategia en los casos que lleva, especialmente en aquellos que provocan auténtica alarma social por su naturaleza depravada y cruel. Si no está clara la culpabilidad todo parece legítimo. Pero cuando el acusado ya se ha declarado culpable… ¿por qué esforzarse para que su pena sea la menor posible?

El brasileño que  asesinó a sus tíos y primos responde al perfil de un psicópata y era consciente del brutal crimen que cometía. ¿Por qué buscar atenuantes?

Se ha entregado a la policía en España porque sabe que en nuestras cárceles va a ser mejor tratado de lo que hubiera sido en Brasil. Desgraciadamente.