Encaja perfectamente en el esquema de la España actual y futura. Desde su función constitucional parece sobradamente capaz de responder a los problemas de nuestro país. La ventaja de una Monarquía es que su carácter estable le permite actuar como factor de moderación y arbitraje entre diversas ideologías e instituciones.
El reto de Felipe VI es propiciar-con los partidos mayoritarios-una próxima legislatura constituyente: en 2016 se sientan las bases de las necesarias e ineludibles reformas, en 2017 se somete a referéndum la nueva constitución y, si el pueblo español la aprueba, su legitimidad sería absoluta en la nueva España, nadie podría cuestionarlo.

Pocas cosas son tan perversas en economía como la deuda pública. Constituye una negativa transferencia generacional, de tal modo que yo la contraigo y mis hijos ya nacen endeudados.
Ahora, la que manda- nunca mejor dicho- en el Ministerio de Educación propone sustituir las becas por préstamos que el licenciado pagaría al acabar su carrera.
Si posteriormente recurre al crédito para comprar una vivienda, iniciar una empresa o negocio, para algún bien de consumo; si tiene que destinar parte de sus ingresos a un plan de pensiones para complementar su dudosa y escasa jubilación… ¿qué renta le quedará disponible?, ¿qué futuro le estamos ofreciendo?.

Parece frase malsonante pero es adecuada para referirse al informe del INE done se afirma que, si se incluyen las actividades ilegales- entre ellas la droga y la prostitución- el PIB crecería 30.000 millones, tres puntos; ¡menudo sector productivo! Inspectores de hacienda hablan de legalizar la prostitución para reducir la economía sumergida.
Dos cosas parecen claras: La sexualidad es una necesidad humana básica y la soledad cada día más frecuente. Tampoco vamos a renunciar a las sustancias tóxicas buscando evasiones, con falsas expectativas.
Hay que sentarse, discutir y llegar a un acuerdo sobre lo que queremos que sea legal o ilegal; con todas las consecuencias.

Es como queda una perdiz cuando recibe un plomazo en un ala; sigue viva pero ya es muy vulnerable.
Así va a quedar la Monarquía si se deja patrimonializar por la derecha. Ya fue un error histórico que conceptos como “patria” o símbolos como la bandera se convirtieran en señas de identidad del franquismo, pero era una imposición contra la que nada se podía hacer.
En la transición, la Monarquía quedó apuntalada en España gracias a Felipe González (PSOE) y Carrillo (PCE). Luego el rey Juan Carlos se ganó el sueldo. Hoy ese escudo es más débil. Felipe VI deberá hilar fino; sobre todo, si Noviembre de 2015 es propicio.

No conozco los temarios que se imparten en la Facultad de Ciencias políticas de la Complutense (mi universidad) pero me temo que la asignatura de lógica no está incluida. Se trata de la “ciencia que estudia las leyes a las que hemos de someternos cuando razonamos, deducimos una conclusión a partir de datos previos”.
Ante el líder emergente de moda y su programa sólo cabe ofrecer datos objetivos, razonar y explicarlo bien al millón y cuarto de ciudadanos que lo han votado.
La razón es un arma demoledora frente a la simpleza y la demagogia. Hay que ponerse a la tarea para contrarrestar mensajes afectivos, oportunistas y erosivos.

Vaya por delante que dirigentes como él son hoy más necesarios que nunca; son perfiles conciliadores, capaces de sintetizar a base de lo positivo de unos y otros.
Pero lo de Durán Lleida parece excesivo. Tiene 62 años y lleva 35 ocupando cargos públicos. Ninguneado, desautorizado por los radicales seguidores de Artur Mas dentro de su coalición, se resiste a dimitir y a dejar de vivir en el hotel Palace de Madrid.
Debería aplicarse el consejo del rey: abandonar y permitir el relevo generacional. Sería una salida digna, no estaría obligado a actuar en contra de sus propios criterios y principios.