EL SÍNDROME DURÁN

Vaya por delante que dirigentes como él son hoy más necesarios que nunca; son perfiles conciliadores, capaces de sintetizar a base de lo positivo de unos y otros.
Pero lo de Durán Lleida parece excesivo. Tiene 62 años y lleva 35 ocupando cargos públicos. Ninguneado, desautorizado por los radicales seguidores de Artur Mas dentro de su coalición, se resiste a dimitir y a dejar de vivir en el hotel Palace de Madrid.
Debería aplicarse el consejo del rey: abandonar y permitir el relevo generacional. Sería una salida digna, no estaría obligado a actuar en contra de sus propios criterios y principios.

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