BARCELONA Y COLAU

 

Al envenenado pastel catalán le faltaba la guinda de la alcaldía de Barcelona. Y se la pusieron hace cuatro años nombrando a Ada Colau, que no tenía mayoría pero se benefició de intereses y combinaciones partidistas.

Ese día Barcelona comenzaba a perder su condición de ciudad próspera, limpia, culta y cosmopolita. Debutaba un personaje siniestro, una alcaldesa que gestiona mal, sólo hace gestos en su continuo batallar contra símbolos respetables para la mayoría, un amasijo de perjuicios de progre desfasado que se mezclan sin un mínimo tamiz cultural. Nada extraño en alguien que destaca en su currículum el papel de activista callejera que se promocionó con el padecer de los desahuciados.

Si el día 26 de Mayo la sensatez penetra en las urnas, esta mujer dejará el bastón de mando; con el sueldo de concejal está bien pagada.

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *