EL SOL DE MACHADO

 

Siempre me ha parecido una maravilla y un digno epítome de la poesía de Machado ese papel arrugado que llevaba en un bolsillo cuando murió con la frase: “Estos días azules y este sol de la infancia”

Tenía 64 años y estaba en Collioure; había cruzado la frontera con su anciana madre huyendo del horror y el revanchismo asesino que lo habrían condenado a muerte, como hicieron con García Lorca y Miguel Hernández.

¿Qué gran poema le estaba sugiriendo ese hermoso verso al bueno de D. Antonio? Al borde de la muerte soñando con el cielo que protegió su infancia. Si lo hubiésemos podido leer nuestra historia habría sido mejor.

Claro que hay que superar episodios del pasado, pero teniendo las ideas claras y situándolos en sus justos términos.

 

 

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