A CS le esperan unos meses duros, llenos de problemas. Tiene que atender al reto de su redefinición, ha de trazar con claridad el espacio político que desea ocupar.
La dimisión de su presidente y fundador, Albert Rivera, deja un hueco importante y precipita la crisis. No era el peor de los líderes ni el que dirigía su partido del modo más personalista, pero tras las elecciones de Abril cometió errores de bulto y acabó pagando las consecuencias.
Simplificando, parece que se sitúan ante una disyuntiva: o aspiran a convertirse en el Centro de verdad, bien formulado, lleno de contenidos y estrategias (que puede ser el fiel de la balanza en muchas ocasiones) o siguen escorándose a la derecha y acaban fundiéndose dentro del PP.
Ciertamente no será un camino fácil, pero si aspiran a seguir existiendo tendrán que volcarse en la tarea.