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UNO ES MÁS QUE DIEZ

 

Ese imposible matemático se cumple en política. Ocurre cuando un gobierno anda necesitado de apoyos parlamentarios para poder ejercer, sacar adelante leyes y aprobar presupuestos. Entonces el valor de un diputado puede llegar a ser inestimable.

Ha sido el caso de Teruel, Nueva Canarias, BNG y Compromís, que han logrado para sus territorios lo que para otros partidos con más diputados era impensable.

A Murcia le corresponden diez diputados y aun en el hipotético caso de que se aliaran seguirían sin hacerles caso.

Yo no dejo de ver en ese fenómeno una cierta perversión de la democracia, un modo de primar el chantaje que se puede realizar desde una minoría.

Si una reivindicación es justa debe ser atendida y hacerlo sólo bajo presión es algo reprobable y hasta moralmente cuestionable.

 

 

ESPECIALISTAS

 

Con un panorama político más fragmentado que nunca vemos que los partidos se decantan por la especialización, sus líderes parecen dirigirse sólo a quienes consideran cercanos y potenciales votantes. Cada cual vive en su árbol pero no percibe el bosque, están atrincherados y faltos de una perspectiva general o, dicho de otro modo, carecen de solvencia y sentido de Estado.

No se trata de reivindicar líderes mesiánicos atiborrados de populismo sino un partido capaz de armar una construcción política que sea bien valorada por la mayoría de los españoles y desde luego un líder convincente que sepa transmitirla y batirse el cobre con sus competidores; buscar el interés general desde el sentido común con ideas claras.

Tal vez lo más parecido que hemos tenido en nuestra historia reciente fue Felipe González. Y hay que reconocer que hoy lo tendría más difícil.

 

 

HA LLEGADO EL MOMENTO

 

Los motivos que guían a Pedro Sánchez están ya suficientemente claros ante la mayoría de los españoles. Frío, rencoroso y vengativo no perdona a quien se interponga en su camino o lo contraríe.

Ha barrido prácticamente a todos sus enemigos, pero le queda una pieza por cobrar, su gran objetivo, Susana Díaz, derrotada en unas primarias y atrincherada en su feudo andaluz. Últimamente

hacía gestos amigables, pero no es suficiente, su cabeza tiene que rodar (y más tras el escándalo de los ERE).

Sus allegados deberían aconsejarle que se rinda de una forma pactada y con cierta dignidad. Si no lo hace la echarán a patadas y tendrá que soportar traiciones de todo tipo por parte de quienes hasta hace cuatro días eran sus apoyos, pero ahora siguen al poder en búsqueda del sol que más calienta (para mayor indignidad del PSOE).

 

 

 

VICEPRESIDENTE 1º

 

Se ha formado un amplio gobierno con cuatro vicepresidentes (que ya resulta insólito) formalmente, pero en realidad son cinco y el número uno no es el rojo de la Navata sino el gurú de Pedro Sánchez, Iván Redondo, el hombre que más poder acumula porque a la jefatura de gabinete le ha añadido competencias en comunicación, economía y seguridad nacional.

El presidente le debe mucho: le señaló la oportunidad de la moción de censura, diseña sus estrategias, ayuda a mantener dividida la derecha y a demonizar a Vox para atraer el voto del miedo.

Es paradójico que pese al despliegue de ministerios y altos cargos no haya cubierto esas áreas y tenga que recurrir a su hombre de confianza. Así eleva su propia capacidad de actuación con menos control parlamentario. Una prueba más del personalismo cesarista con el que ejerce Don Pedro.

 

 

NO ME ECHA NADIE

 

Así de rotundo respondía el ministro Ábalos, hombre fuerte del PSOE, a las insinuaciones de que debería abandonar su cargo. Con ese tono chulesco y zafio que lo caracteriza y usando como argumento su antigüedad en el partido. A algunos con muchos sexenios de militancia nos sonrojan ese comportamiento y esa actitud.

Ha acudido a una entrevista clandestina y nocturna con una persona que tiene prohibida su estancia en Europa, alguien lo filtra a un periódico y él niega que se reuniera para tener que admitirlo acto seguido. Además de mentir se equivoca porque claro que en un sistema democrático te pueden echar: del gobierno, el presidente; del Congreso, los electores y del partido, los compañeros.

Pero en el fondo lleva razón, no deberían echarlo porque debería irse él en un alarde de racionalidad y humildad. Nadie seguiría en países de nuestro entorno, por mucho menos han dimitido ministros.

 

 

RIDÍCULO

 

DRAE: “Que por su extravagancia puede mover a risa”. Tener sentido del ridículo es algo positivo porque implica una conducta reflexiva, pensar antes de hablar o actuar y cuidar el modo en que apareces ante los demás.

Vivimos en España un momento en el que son muchos los personajes públicos que se empeñan en hacerlo, en comportarse de un modo estrafalario; dedicados a proclamar su progresía a base de la revolución gramatical que tienen montada, esta sarta de estupideces que nos regalan a diario.

Ya suena absurdo el continuo desdoblamiento masculino-femenino. Una ministra antisistema, no contenta con lo de “portavoza”, se descuelga ahora con las mujeres “racializadas”.

La vicepresidenta exige a la RAE una revisión de la Constitución para incorporar el lenguaje inclusivo y recibe un inequívoco correctivo en el que sólo falta que la llamen por su nombre.

 

 

EROSIONANDO

 

Sin separación de poderes no hay democracia. La defendía Locke en el XVII y la consagró Montesquieu en el XVIII. Un demócrata auténtico siempre respetará esa separación, dejando que cada uno de los tres poderes del Estado cumpla su función.

Estamos en una coyuntura que nos obliga a permanecer atentos porque el clima político y el nuevo gobierno sienten pulsiones peligrosas. Unos por pseudo comunistas trasnochados y otros por independentistas republicanos comparten el objetivo de derrotar al Estado, “poner el candado al Régimen de la Transición”.

Permitiéndolo tenemos a un ambicioso megalómano que ampara todo aquello que le garantice seguir gobernando.

Con el Legislativo y el Ejecutivo controlados, inician un proceso erosivo del Poder Judicial. Más allá sólo queda un poder efectivo cuya actuación sería siempre indeseable y peligrosa porque ya no emplea la fuerza de la razón sino la razón de la fuerza.

 

 

DÓLAR Y YUAN

 

El enfrentamiento económico entre USA y China estaba ahí, más o menos larvado, y con Trump ha estallado.

Eso sí que son guerras comerciales y, en último término, políticas.

Una balanza comercial desequilibrada en favor de China era intolerable para el presidente norteamericano; para él las reglas, escritas o no, por las que se rigen el mercado libre y las relaciones internacionales son papel mojado, lo consigue todo amenazando.

China está en plena expansión económica como segunda potencia mundial, no puede permitirse frenar sus exportaciones, disminuir el ritmo de su producción y se ve obligada a pasar por las horcas caudinas  aumentando sus importaciones de productos americanos, con lo cual se equilibra la balanza entre ambos países.

El indeseable Trump se apunta un tanto ante los suyos. Me temo que si no lo frena el impeachment tiene asegurada la reelección en Noviembre.

 

 

CULOS DE MAL ASIENTO

 

En la monarquía británica se veía con preocupación la figura del príncipe Harry que proyectaba una imagen negativa con cabeza de chorlito y cuerpo de farra continua. Tenía que tranquilizarse y parecía haberlo logrado al casarse con una actriz norteamericana. Pero Meghan Markle es más inquieta y autónoma de lo que requería su nuevo status; pronto surgieron los choques con quienes la rodean, cuñados incluidos.

Cuando alguien no encaja en un lugar donde creía que podía asentarse lo mejor es salir de él, pero cuando ese lugar es la casa real británica las cosas se complican. En cualquier caso, es un rechazo recíproco: ni los ingleses acaban de aceptarla ni ella soporta a los ingleses.

Y es que, como dijo el torero: “lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible”.

 

 

POLÉMICA

 

 

 

 

Y no menor es la que ha surgido en torno las actividades complementarias que realizan los alumnos.

Deben ser charlas que versen sobre los valores consagrados en los Derechos Humanos (1948) que recoge nuestra Constitución (1978). Es lo que hacíamos en la controvertida asignatura de Educación para la Ciudadanía.

Y claro que se les debe hablar sobre violencia de género o sexualidad y respeto por las diferentes orientaciones.

El problema radica en buscar a la gente idónea que imparta esas clases. Deberían ser profesionales, mejor que miembros de organizaciones radicalizadas. El militante de una causa siempre intentará imponerla a toda costa, adoctrinar.

El tema se desvirtúa cuando se convierte en arma arrojadiza entre partidos o chantaje ante unos Presupuestos. Y para colmo la ministra Celaá, torpemente, nos traslada al enfrentamiento padres-Estado, como si no fueran roles compatibles en el proceso educativo.