La que está mostrando el Estado de derecho frente a las bravuconadas del etarra Otegi. Su condena por pertenencia a banda armada también lo declaraba inelegible. Pero él, fanfarrón y antidemócrata se ha empeñado en encabezar una candidatura y dice que nada lo detendrá.
De momento lo están haciendo la Fiscalía, la Audiencia y la Junta electoral. Sin gritos ni estridencias; se trata de algo tan simple como que una democracia se fortalece cuando hace cumplir la ley (ahora habrá que mover ficha en el tablero catalán).
El condenado seguirá provocando porque no sabe hacer otra cosa ni tiene otros mensajes pero al menos no lo hará desde el Parlamento vasco.
Las víctimas de ETA respiran tranquilas.
La Sociedad o la masa orteguiana crea ídolos con la misma facilidad que luego los destruye y lo hace en todos los ámbitos posibles.
Una veces están bien cimentados y resisten hasta hacerse clásicos pero otras comete errores garrafales y mitifica lo indigno.
Es el caso de Magda Goebbels, aquella primera dama del nazismo, madre de la patria, casada con uno de los asesinos más recalcitrantes responsables del holocausto. Consideró que sin Hitler la vida no tendría sentido y, tras envenenar a sus seis hijos, se suicidó con su marido.
Ahora, por un hallazgo casual, se ha sabido que su padre era judío y murió en un campo de concentración. Cruel paradoja.
La moraleja es que no hay que fiarse de las apariencias. Nada es lo que parece.
Felipe González hizo famosa la expresión “sin acritud” para diferenciar entre su tono personal y sus ideas a la hora de debatir.
Han pasado bastantes años, el PSOE pierde progresivamente apoyo electoral y tenemos a un Pedro Sánchez instalado en la acritud, el más crispado de los líderes, con la mandíbula encajada y el ceño fruncido que reflejan su estado de terquedad, su rechazo sistemático a casi todo y su negativa a interpretar los resultados de las segundas elecciones y actuar de un modo razonable.
Un dirigente político no puede encastillarse en su talante y su actitud para argumentar a partir de ahí, con todo un lote de falacias incluido.
Desde luego, él no es Felipe y este PSOE no es aquel. Todavía empeorará.
Vivimos un proceso de trivialización que se observa en todos los ámbitos. Las cosas han de ser superficiales y de fácil consumo.
Antes se oían voces autorizadas que analizaban y formulaban propuestas de tipo cultural, social o político. Hoy cabe preguntarse si siguen existiendo y, si existen, por qué callan.
El fenómeno se reproduce con toda su crudeza en los partidos políticos. No acuden a ellos los más cualificados, se convierten en grupos endogámicos y anodinos que no atraen precisamente a los más capaces. Una vez instalados en el “aparato” su capacidad crítica va disminuyendo en la proporción en que aumenta su grado de dependencia; hay que estar bien considerado por quienes hacen las listas.
Luego, nos ofrecen espectáculos tan lamentables como el que estamos viviendo.
Extraño nombre para unas extrañas estructuras de nuestros cromosomas pero nos va la vida en ello y habrá que ir conociéndolos mejor si es cierto el tópico de que aspiramos a la prolongación de la vida, a beber en la fuente de la eterna juventud. La longitud de los telómeros es decisiva para explicar el envejecimiento y la clave está en una enzima llamada telomerasa que perpetúa la vida de la célula (es el caso de las cancerosas).
Todo esto lo investiga con éxito María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. Como es lógico, ella es una desconocida (no pulula por las selvas de Tele-5) y el CNIO tiene problemas de financiación (estamos en España).
Lo ocurrido este verano en Turquía viene a añadir tensión a un mundo ya suficientemente tenso. Se resiste a instalarse en el ámbito de los países laicos, de aquellos en los que se produce una separación efectiva entre lo civil y lo religioso. Debe ser que les resulta más cómodo atenerse al dogma, seguir las instrucciones del libro. Rechazan tener su propio Renacimiento, su humanismo exaltador de la razón.
Kemal Attaturk lo intentó hace 100 años, hubo algunos logros-aunque casi tenían que ser impuestos por el ejército-pero finalmente parece que predomina lo irracional, lo fácil, la mentalidad religiosa y el régimen autárquico.
Erdogan se aprovecha y optimiza recursos. Putin, comprensivo, ofrece su hombro.
Veremos cómo culmina la jugada.
Se pronuncian miles diariamente en los juzgados y es normal que algunas contengan elementos curiosos e incluso discutibles, cosa que parece abundar en las referentes a casos de violencia sexual.
Hubo algunas sonadas como la de la “minifalda” o la de los “vaqueros” donde casi se consideraba que la mujer inducía al delito o no se resistía lo suficiente porque se dejó quitar los pantalones.
Ahora, en Vitoria, una magistrada pregunta a la víctima: “¿Cerró la piernas, cerró toda la parte de los órganos femeninos?” Puede parecer anecdótico pero yo creo que son indicadores de una mentalidad poco acorde con la de juez porque reflejan un modo de entender lo que es una violación y de posibles factores atenuantes para el violador.
Una sentencia emitida desde esa predisposición raya en la prevaricación.
Cuántas barbaridades se han cometido en nombre de esa palabra. Se suele aplicar a movimientos de signo izquierdista, en muchos casos utilizando de modo espurio el nombre de Carlos Marx.
Cuánto nos engañaron quienes, habiéndolas conocido, seguían hablando de lugares idílicos, paraísos del proletariado.
En todas se carece de libertad y en la mayoría acaban faltando alimentos y medicinas. Así fue en la URSS, en Cuba o en la trágica Venezuela bolivariana.
En el lado contrario los dictadores eran más expeditivos: golpe de Estado y guerra si no triunfa, supresión de libertades y eliminaciones masivas. Así ocurrió en Alemania, Italia, España, Chile, etc.
Supriman los iluminados sus impulsos revolucionarios y dejen que las sociedades evolucionen tranquilamente en el sentido deseado.
Hay cosas que siendo sorprendentes ocurren con frecuencia. Por ejemplo, los ladrones multirreincidentes que pasan por los juzgados pero siguen en la calle, robando. También hay conductores repetidamente sancionados que siguen conduciendo. Acaba de ocurrir con un camionero que sextuplicaba la tasa de alcohol y es la tercera vez que lo “cazan”; un borracho habitual que bebe más dentro de la cabina que fuera y lleva un camión de cuarenta toneladas.
Habría que obligarlo a cambiar de profesión y retirarle el carné antes de que siga poniendo en peligro nuestras vidas.
La justicia puede ser ciega pero no irresponsable o dejar de proteger los derechos de los ciudadanos. Algo falla aquí y algunos son los culpables.
Un día, hartos ya de servir sólo para expresar cualidades y ser algo secundario, los adjetivos decidieron dar batalla a los sustantivos, esos prepotentes que tienen existencia real y reflejan lo esencial.
Reclutaron voluntarios que pronto acudieron a los diferentes medios afirmando que habían realizado una comparativa, veían un balón rozar el lateral derecho o discutían el tema en el interno de la organización; todo ello en vez de ver el lado derecho de la portería y establecer una comparación en el interior de su grupo.
Para rematar, estaban supercontentos concretizando su nuevo posicionamiento.
La RAE tendría que crear un tribunal sancionador de las “agresiones lingüísticas”. No le faltaría trabajo.
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