LO INTOLERABLE

 

Hubo sociedades que respetaban a sus mayores (¡oh mores maiorum!) y les pedían consejo. Sería porque a esa edad ya se sabe lo que resulta benéfico o pernicioso, lo que se puede mantener o se debe cambiar en una comunidad.

Empieza a resultar intolerable la corrupción que permanece enquistada por doquier, la ineptitud de muchos cargos públicos o el insultante populismo de otros y tal vez lo más preocupante a medio plazo sea la laxitud mostrada ante los jóvenes, esa permisividad que resulta contraproducente y los va situando en una trayectoria negativa que nadie se atreve a corregir.

A veces tiene uno la sensación de que no queda nada a salvo, todo está tocado por un factor pernicioso o, por decirlo en plan poético, “enmierdado”.

 

 

SEGUIMOS CON EL HIMNO

 

El himno nacional se ha convertido en un tema recurrente generador de polémica. No procede del franquismo pero sí fue intensamente jaleado por su dictadura junto con otros símbolos y seguramente de ahí proviene la resistencia que muestra gran parte de la población.

Las discusiones más furibundas surgen a la hora de buscarle una letra.

El último intento no deja de ser una cursilada escrita desde la perspectiva de alguien que añora su patria.

Deberíamos decidir dejarlo así, sin letra, como indicador de un fracaso colectivo y de la mierda de nación que somos, incapaces de sentar las bases de un pacto social y crear ese sentimiento de unión y orgullo que vemos en otros países.

Hasta la próxima.

 

 

FALSA HEROÍNA

 

La fuga de Anna Gabriel es sintomática de lo que ocurre en buena parte de la sociedad catalana. Educados en el odio a España, una juventud cómoda se instala en la rebeldía y la radicalidad antisistema; se muestran firmes y agresivos en manifestaciones, escraches, ocupaciones, porque se sienten amparados. Una coyuntura electoral los convierte en árbitros que expulsan y eligen presidente, están en el cenit del poder.

Estimulan el pulso del independentismo con el Estado y, como es lógico, lo pierden. Entonces los más cobardes, para evitar a los jueces, huyen a países reacios a la extradición y buscan abogados de etarras.

Internacionalizan su conflicto y se ven transmutados en exiliados de una dictadura. Pero no es más que cobardía, acentuada por el hecho de que otros compañeros suyos dan la cara.

 

 

LA ERMITAÑA

 

Uno oye la palabra “ermitaño” y piensa en otros tiempos y espacios. Por eso resulta curioso e insólito conocer la existencia de la eremita Rosario tal y como nos la cuenta La Opinión. Vive en Abarán, en una casa cedida por un cura, afirma que en la oración ha encontrado el sentido de su vida y cumple con el clásico “ora et labora” cultivando una pequeña huerta.

Una vida de soledad y silencio en estrecha comunión con Dios por contraste con la algarabía que tenemos montada.

Siempre cabe dudar si es más meritoria y sacrificada esta conducta o criar hijos y madrugar para ir a un trabajo precario y mal pagado, sin poder permitirte el silencio.

Que Dios la bendiga, aunque supongo que con eso ya cuenta.

 

 

EL GRAN FORGES

 

Tanto tiempo disfrutando con él que ya formaba parte del paisaje y parecía imposible que nos dejara. Decir que era un humorista son ganas de simplificar porque era mucho más que eso. Lo que ocurre es que se nos presentaba del modo más amable, a través del humor en sus viñetas. Nos hizo sonreír pero también pensar y acercarnos una visión bondadosa e inteligente de la realidad.

Lo mejor es que encarnaba una España magnífica, racional, flexible, con deseos de mayor igualdad para lograr una sociedad feliz; esa España que tantos insensatos- de un signo u otro- se empeñan en hacer imposible.

Gensantissima… ¿Quién será el responsable de este diseño que permite que se vayan los mejores y nos deja en compañía de tanto bellaco?

 

 

EL GRAN CAMBIO

 

Si partimos de que en un Estado de derecho la Constitución es la piedra angular, el eje de coordenadas en el que todo se sitúa, concluiremos que abordar su modificación es una tarea que requiere prudencia y auténtica visión de Estado (nunca mejor dicho), lejos de manuales partidistas o simples intereses electorales.

Han pasado 40 años, vivimos en una democracia plenamente consolidada y no tenemos que demostrar nada a nadie, excepto a nosotros mismos.

Se podía empezar por crear un grupo compuesto por dos miembros de cada uno de los tres principales partidos, PP+PSOE+CS representan a más del 70% de los españoles. Excluyo a los nacionalismos porque con su mezquindad egoísta e insolidaria impedirían avanzar y a Podemos porque se opondrían a casi todo, sólo les serviría como como altavoz para pregonar su populismo. A los políticos se sumarían tres catedráticos de constitucional.

El borrador elaborado pasaría a una comisión parlamentaria reducida que perfilaría los necesarios retoques, añadidos o supresiones.

Si lograran el deseado acuerdo nos habríamos acercado al consenso que fue la seña de identidad de la del 78.Luego al pleno y finalmente un referéndum.

En cuanto a contenidos, no les faltaría trabajo. Ahí está un Senado manifiestamente mejorable; un intrincado título VIII que estructuró un Estado de las Autonomías corregible en algunos aspectos; alguna modificación del sistema electoral; garantizar una atención sanitaria idéntica en todas las Comunidades; homogeneizar los programas educativos en todo el territorio nacional (sin excluir un mínimo de currículo autonómico); por supuesto acabar con la prevalencia del varón en los derechos sucesorios de la corona… y más cosas que aquí no caben.

Que se ganen el sueldo los ponentes y que los partidos serios nos ofrezcan una Constitución racionalmente modificada a tenor con los tiempos.

Amén.

 

 

AVE,CÉSAR

 

Va a ser verdad que asistimos al nacimiento del PSOE de Pedro Sánchez. Su defenestración de la secretaría general y la posterior recuperación marcan toda su acción orgánica; la política también consiste en mantener el “no es no” (Guindos,vicepresidente del BCE).

Ahora dice democratizar al máximo el partido dando todo el poder a los militantes. No deja de ser una simpleza envenenada; en realidad, se atrinchera con su guardia pretoriana, quita poder al Comité Federal, desactiva a los secretarios regionales y pone trabas a cargos públicos que quiera concurrir a unas primarias. No teme la conspiración de los “patricios” y los “cónsules” se distribuyen por el “imperio” resignados y acomodados en el reparto de la miseria.

Acapara todo el poder e impone sus intereses.

¡Ave, Caesar, perdituri te salutant!  

 

 

CALIFICATIVOS

 

Mentiroso, mezquino, miserable. Así, con esos tres adjetivos, por orden alfabético, ha calificado la presidenta de Madrid a Francisco Granados. Podía haber añadido que es un claro ejemplo de que no hay peor enemigo que un compañero de partido.

Lo hace tras unas acusaciones de él en sede judicial especialmente rastreras porque ni siquiera ha respetado el ámbito íntimo, afectivo y sin aportar una sola prueba.

Los jueces deberían aumentar la condena a estos desgraciados que pretenden tomarles-nos el pelo  usando estas tácticas defensivas.

Los demás partidos, oportunistas, acuden como hienas a la carroña, dando uno de esos espectáculos que aumentan el rechazo ciudadano.

Con todo, lo que resulta cartesianamente evidente es que el PP en Madrid era pura corrupción.

 

 

AHORA ITALIA

 

Es el siguiente país europeo en el que se van a celebrar elecciones. Parece que las va a perder el partido que gobierna y surgirán la incertidumbre y la fragmentación a las que nos tienen acostumbrados los italianos. Se debilita el centrismo y cobran fuerza la extrema derecha y la izquierda radical. Lo peor de todo es que el árbitro de la disputa podría ser el histrión corrupto y pervertido de Berlusconi.

Mirando a Europa, el panorama más despejado está en Francia; en Alemania han sabido superar el interés partidista (¡qué envidia!) y dotar de estabilidad al país más poderoso de la Unión; en España nos sobra el maldito problema catalán pero podemos formar parte del núcleo duro y ayudar a fortalecer la UE buscando integración y cohesión social.

 

 

POR DOS MINUTOS

 

Michael Bates, lord inglés y alto cargo de la Administración, ha presentado su dimisión por llegar dos minutos tarde a una sesión parlamentaria. Encarna bien el tópico de la puntualidad británica. No se la han aceptado y la verdad es que parecía una reacción desmesurada porque si se pone ahí el listón de las causas aceptables se vacían gobiernos y parlamentos de medio mundo.

Renunciaba “absolutamente avergonzado por no alcanzar los niveles de cortesía deseables”.

Y precisamente ocurre cuando un inglés majadero y gracioso dibuja en un periódico el perfil del español típico atribuyéndole, entre otras lindezas, la impuntualidad como rasgo esencial.

A este paso vamos a tener que renunciar aquello de “unos minutos de cortesía”  para justificar un retraso.