La sede del Gobierno central se ha convertido en un lugar donde se gestan operaciones turbias, sucias. Y aquí no hay discrepancias, es algo compartido por los dos bloques.
Hay contactos y concesiones a proetarras y separatistas golpistas que no nos dan a conocer; se coloca a títeres al frente del Instituto demoscópico público (CIS) o RTVE; se instrumentaliza la pandemia con fines partidistas; se juega al victimismo frente a inexistentes verdugos; se degradan y prostituyen ministerios, se erosiona al Poder judicial.
La última canallada es el ataque a Felipe González por su comentario irónico sobre el Ejecutivo. Intentan relacionarlo con los GAL (como si no hubiesen existido comisiones y juicios hasta ahora). Ladran dos perros socialistas (yo esperaba al vallisoletano) y Podemos se suma entusiasmado. González es ya una figura histórica y no puede permitirse el lujo de decir todo lo que piensa.
A grandes males, grandes remedios. A las enormes cantidades que va a librar la UE en forma de préstamo o subvenciones se suma el Banco Central Europeo con 600.000 millones para comprar deuda soberana, aumenta la cantidad y el plazo que había previsto. Muestra un claro apoyo a la recuperación de la eurozona y lucha contra una rebaja excesiva de la inflación.
Ese crecimiento de la masa monetaria a base de poner la máquina a imprimir, sin que responda a un aumento real de la riqueza, pasará factura y dejará unas enormes deudas a las generaciones venideras que habrán de satisfacerlas.
Los grandes temas económicos son apasionantes, se entrecruzan diabólicamente y de ello dependen muchos aspectos de nuestra vida.
Benditos sean aquellos que ante la complejidad se resignan con la simpleza de achacar todos los males al perverso neoliberalismo.
En un mercado libre somos exigentes con las mercancías que compramos o los servicios que pagamos. Si el producto no nos gusta o el servicio no nos satisface lo cambiamos.
Si hacemos eso en casos tan específicos… ¿Por qué nos resignamos ante la conducta de nuestros políticos? De ellos, de sus decisiones dependen muchos aspectos de nuestra vida, pero no nos mostramos muy críticos con sus actuaciones y declaraciones o, lo que es peor, lo hacemos enfrentándonos también nosotros en plan partidista, unos contra otros.
Ya estaba clara su mediocridad; la crisis sanitaria y económica la ha agudizado, ha servido para que exhiban sus vergüenzas, su impudicia, su nulo interés por el bien común o su endogámico egoísmo.
Este Gobierno bicéfalo y descoordinado es un refugio de incompetentes y resignados liderado por dos siniestros megalómanos.
Pero estamos en un oligopolio y no tenemos a donde acudir.
Volvemos a cometer el “pecado” histórico de juzgar y valorar hechos del pasado con la mentalidad del presente. No es válido porque no cumplimos con la obligación de considerar el contexto en el que algo sucede, pero lo ignoramos sistemáticamente y de vez en cuando surgen movimientos iracundos que arrasan con el pasado sin miramientos. Es el caso de la oleada antirracista nacida a raíz del asesinato policial (uno más) de George Floyd.
Por supuesto que algunos personajes deben ser reinterpretados; lo que ocurre es que ya está hecho y han pagado el peaje que exige la Historia. Ningún exceso es bueno y parece tan estúpido retirar una película clásica como comparar a Colón con Hitler o Stalin.
A ver si un día tenemos brote antirreligioso y hay que cambiar de nombre a las ciudades “con santo”. En California habría faena y en España vaciábamos el mapa.
Don Pablo y Doña Irene, Señores de Galapagar, deberían revisar su acendrado republicanismo y se darían cuenta de que en el fondo son monárquicos: viven “a cuerpo de rey” y tiran con “pólvora de rey”, expresiones populares muy significativas.
Lo hacen con dinero público y lo hacen cuando cada euro debe ser sagrado, gastado con sentido y eficacia porque el PIB cae estrepitosamente y las necesidades aumentan para muchos españoles que apenas podrán satisfacerlas.
La joven e irreflexiva ministra paga desde su ministerio 120.000 euros por cambiar el color de unas letras. Ella es feliz en su nube y con su pancarta, nombrando asesores por doquier; pero nos sale muy cara a los españoles. Su residencial mansión está protegida por treinta guardias civiles para que nada pueda alterar su inmerecido descanso. ¿No es un exceso de servilismo por parte del mendaz Marlaska?
La significación del 8-M en la pandemia ya quedará para siempre enredada en el rifirrafe partidista.
No era fácil prever la malignidad del virus, aunque a principios de Marzo había datos para adoptar medidas más restrictivas; de hecho se habían cancelado importantes reuniones. Pero aquella celebración era imparable. Todo el gobierno implicado, ministras compitiendo entre sí para ver quien era más feminista, las pancartas preparadas, los atuendos, los cánticos y los saltitos. Todo el que aspirara a algo tenía que dejarse ver por allí. Para justificarla hubo que mantener otras que servían como coartada.
Sólo hay que usar el sentido común y contar los días que van desde el contagio a los síntomas para sacar conclusiones.
Ahora cualquier cretino/a te tilda de retrógrado si criticas aquella pueril manifestación. El largo camino que queda por recorrer en la lucha por el feminismo se acortaría si lo realizaran personas sensatas.
El minigobierno comunista que Sánchez acepta y ampara está demostrando ser un dechado de perfecciones al que los españoles nunca estaremos suficientemente agradecidos.
Dentro de él uno de los más inútiles (no me atrevo a decir el que más) es el joven revolucionario republicano Garzón, el enterrador de IU que cobró su traición con un ministerio creado para él y con escaso contenido.
Como tiene poco trabajo se dedica a hacer declaraciones acerca de temas que son competencia de otros ministerios. Primero se despachó con una sarta increíble de barbaridades sobre el turismo criticadas de forma contundente y unánime por el sector. Ahora, para congraciarse con el amo, dice tener la certeza de que se está gestando un golpe de Estado. Todo el mundo da golpes, excepto ellos que trabajan poco.
Este es el Gobierno al que no puedes criticar sin incurrir en la condición de fascista.
El rojo por antonomasia, profesional de la provocación, está ofendido porque le han recordado el pasado revolucionario de su padre y ve golpes de Estado por todas partes; como si su labor no fuese la de golpear continuamente al Estado.
Tiene toda una hoja de ruta y la sigue, especialmente desde que dirige un minigobierno neocomunista y usa como brazo ejecutor a Pedro Sánchez que está a su merced porque para colmar su ambición depende de los diputados de Podemos.
Su gran sueño sería proclamar una República Federal con el Estado adelgazado en favor de las CCAA, un débil aparato productivo con predominio del sector público, abundantes nacionalizaciones, impuestos confiscatorios, el caramelo de la renta básica, etc.
Lo suyo no es el golpe militar sino la erosión continua que acaba con la democracia. Esa es su función y conoce muy bien un modelo en el que participó activamente.
Un gobierno es un grupo humano en el que por diversas razones puede surgir un miembro que mienta. Tendría que ser entonces el presidente quien, con su autoridad y rectitud moral, cortara de cuajo dicho comportamiento cesando al ministro.
Pero eso no es posible cuando quien está al frente del Ejecutivo es el mayor mentiroso: miente sobre su vida y obra, miente continuamente a los españoles por acción u omisión y se miente a sí mismo cuando cree que dirige bien su partido.
El copresidente que se ha buscado no le anda a la zaga, ya nació como fruto de la falsedad y la demagogia A partir de ahí van surgiendo casos de ministros que mienten “ostentóreamente” y nadie se inmuta. El gobierno que miente unido permanece unido.
Y no podemos consolarnos porque, en último término, somos nosotros quienes los hacemos posibles.
Tristísimo epílogo de lo que fue un buen reinado para España. El rey Juan Carlos I va a ser investigado por la Fiscalía del Supremo en relación con posibles corruptelas.
Debió recordar antecedentes históricos y fantasear con una posible caída de la Monarquía. Encontró la mejor vacuna en cuentas opacas que garantizaran su futuro y el de los suyos. El “donante” tenía que ser Arabia Saudí, de abundantes recursos, estrechas relaciones y contactos empresariales.
Una comisionista pretenciosa y licenciosa hace estallar el caso y lo pone frente a las cuerdas.
Al final sus puntos débiles han sido los del común de la gente: el sexo y el dinero o, dicho en su tono campechano: la bragueta y la cartera.
Ocurre esto cuando más enemigos tiene la Monarquía y menos lo merece habida cuenta del buen hacer y saber estar de Felipe VI. Algunos no caben en sí de puro gozo. Otros lo lamentamos.
El Blog pretende ser un espacio abierto a la reflexión interactiva, propiciar un intercambio de puntos de vista, de valoraciones. La temática es abierta, pluridisciplinar y combina microartículos (en torno a 100 palabras) con otros más extensos.